Colocó en el centro un cubo dorado. -Tú- dijo con suavidad -acércate-. Con visible actitud de asombro se levantó de su asiento y se acercó. Le entregó el cubo dorado. Lo tomó con sorpresa y comenzó a observarlo. Al rato percibió ciertos cortes en dos de sus caras, tomó las dos partes compactas e instintivamente desgarró el objeto quedándose con una cáscara blanca en cada mano. Entonces evidenció uno de los sistemas contenidos en la Geometría Descriptiva, para resolver los problemas de la geometría del espacio: la línea de horizonte, o bien, la línea de flotación. Ésta separa lo que se ve de lo que existe oculto. La simultaneidad y unidad de lo separado se nos presenta como una totalidad indivisible. La línea de horizonte nos propone una geometría del espacio por medio de una ficción, en donde el horizonte, penetrado verticalmente por el sentido, resulta inútil y transparente.​